El voto de Fraga (1982)
Unos comienzos clandestinos
Juliá comenzó haciendo fotografías con una Yashica que le dejó un cura en el colegio, aunque por entonces lo que de verdad le fascinaba era ver películas. Autodidacta, militó en la clandestinidad durante el franquismo, colaborando en el periódico El Socialista. Después pasó a EL PAÍS, del que participó en el equipo inicial y donde organizó su delegación en Andalucía en 1983, no separándose ya sus caminos hasta 2007.
Fue director del Centro Andaluz de la Fotografía desde 2007 hasta 2016. El CAF, creado en 1992 en Almería como centro de investigación, recopilación y difusión de la fotografía como manifestación cultural, fue —y es— el primer centro que se dedicó institucional y exclusivamente a la fotografía en España y sede en 2008 del Primer Encuentro Internacional de Centros de Fotografía, con la presencia de 20 países, hecho del que Juliá se siente especialmente orgulloso.
Testigo del aún clandestino socialismo
La imagen, mal llamada por muchos “foto de la tortilla”, supo concentrar en un mismo encuadre a muchos de los personajes del por entonces oculto socialismo andaluz que poco después tomarían el poder del Gobierno de la mano del PSOE. Uno de sus protagonistas fue precisamente Felipe González. No hubo en realidad ni reunión política ni tortilla, tal y como narra el propio Pablo Juliá en diversas entrevistas: solo unas cuantas naranjas y una caja de cervezas en un pinar. El reportero gráfico aparece en la foto, y es que él se encargó de ajustar el diafragma, el tiempo, la distancia… pero el disparo correspondió al que luego sería alcalde de Sevilla, Manuel del Valle.
Un exhibicionismo fotográfico
Desde que la jubilación le deja más tiempo libre, Juliá ha decidido emprender una cuidada revisión de su gran archivo de imágenes, algunas de las cuales datan de los años 60, para mostrarlas al mundo a través de sus cuentas de Facebook e Instagram. Juliá quiere que sus fotos se vean y poder compartirlo con un grupo cualitativamente muy significativo para él, porque han demostrado que tienen interés por la fotografía. Las instantáneas más actuales del reportero son sin embargo mucho más personales, menos periodísticas, y en ellas se aprecia el gusto por lo estético sin las ataduras del rigor informativo.
No obstante, Juliá lleva el periodismo en la sangre y, aunque dejase de ejercer hace más de 10 años como tal, en algunas de sus publicaciones aún se deja sentir su inclinación por lo noticioso.