Autorretrato con cuerpo herido (1981)
La fotografía y el hogar del ser
Alberto García-Alix comenzó fotografiando su propio mundo: motocicletas en blanco y negro con una Leica que más tarde cambió por una Canon FTB. A la pasión por el motor y la velocidad le siguieron los cuerpos tatuados, la música y la intensidad de la noche.
La mirada del fotógrafo madrileño es coherente: siempre ha tratado de fotografiar la vida a través de todas aquellas cosas que lo arrebatan, no desde un punto de vista formal, más bien en busca del sueño y la emoción que los contiene.
Y al fotografiar su propia vida, su trabajo se ha convertido en un diario de a bordo, en un mapa de su propio cuerpo. Porque el cuerpo es nuestro primer hogar, mucho más que un recipiente que contiene todas nuestras vivencias. Es la verdad que no podemos negar. Como él define en un texto contenido en De donde no se vuelve “Hoy tengo la conciencia de que una forma de ver es una forma de ser”. Y con esa materia prima trabaja siempre.
Cualquiera que se haya detenido a estudiar la obra de Alberto García-Alix se habrá percatado de la sensibilidad del autor a la hora de titular sus proyectos y libros, algunos de estos son Llorando a aquella que creyó amarme (2002), De donde no se vuelve (2007), Moriremos mirando (2008) o El paraíso de los creyentes (2010) o Un horizonte falso (2014).
La línea de la sombra
Nicolás Combarro propone a Alberto García-Alix crear un documental sobre algunos retazos de su vida y obra. Tras la persistencia del director, este proyecto se materializa en La línea de la sombra (2017), nominado premio Goya como mejor documental y ganador de diversos premios a nivel internacional.
El documental es un testimonio directo de las luces y sombras que el fotógrafo ha atravesado durante su vida. Está narrado desde la intimidad del estudio del autor y muestra un viaje apasionante entre las líneas del pasado y del presente que se entremezclan gracias a su obra.